Dice la Constitución que todos tenemos derecho a una vivienda digna y estoy totalmente de acuerdo, pero no siempre es tan sencillo llegar a tener una, dado el precio que alcanzan en el mercado inmobiliario.
Por otro lado, creo que ésto hace que valoremos más nuestra vivienda, ya que nos cuesta mucho pagarla y nos lleva gran parte de nuestras vidas acabar con la dichosa hipoteca que nos acompaña cual perro fiel en las buenas y en las malas.
Pero vayamos al meollo de lo que quiero decirles. Tengo la impresión de que las casas tienen sentimientos y memoria propia. Llámenme sentimental, pero si lo piensan bien en ella vivimos muchas experiencias inolvidables y tengo la impresión de que todo queda grabado en las paredes, cual pintura fijada a las mismas.
Yo he visto a mi casa desnuda, enseñando todas sus vergüenzas, la he visto desde los pilares hasta que ya estaba terminada por completo. Pero ese no es el fin de las casas. Me refiero a cuando ya la han terminado. Luego llegamos los propietarios, las vestimos, las decoramos, las transformamos. Ellas, a veces, nos lo agradecen mostrándose muy guapas, presentándonos su mejor cara. Otras veces, como las personas, se quejan, hacen que nos fijemos en ellas, ya que se muestran débiles dándonos algunas señales, cómo averías y pequeños desperfectos. Lo hacen para que sepamos que están ahí, que no nos olvidemos de ellas, que también tienen su mantenimiento y que hay que cuidarlas como a las personas mayores. Hay que ir mimándolas poco a poco, para que no se quejen y ya verán cómo ellas se lo agradecen, mostrando su mejor cara.
En el interior de una casa se viven momentos felices y tristes. Se va incrementando la familia. Ellas ven como vienen visitas y como no. A todas les enseñamos nuestras casas porque estamos orgullosos de ellas.
Yo estoy muy contento con mi casa y de como cuida de mi familia. Intento hacer todo lo posible para que se encuentre feliz, poniéndola todas las cosas que yo creo que la mejoran.
Nuestra casa no es sólo un lugar donde vivimos, más bien es donde se queda el recuerdo impregnado en sus paredes de lo que es el día a día de nosotros mismos.
Cuiden sus casas, que son uno más de la familia.
Lucy y una tarde en la cocina
Hace 13 años
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