Si, ya sé que ser adulto conlleva muchas obligaciones, preocupaciones, cargas familiares, laborales, pagos, hijos, quehaceres diarios y una serie de cosas, que hacen que siempre, tengamos que comportarnos, cómo personas locuaces, serias, responsables y que siempre parece que estemos enfadados. Nos hemos convertido en lo que eran nuestros padres, cuando tenían nuestra edad.
Todo esto es ser adulto, pero hay una cosa, o mejor dicho, una serie de cosillas, que hacen que merezca la pena, pasar de la niñez, pubertad con la tontería incluida, a ser esas personas, que trabajarán el resto de sus vidas y por lo que se les recompensará, con una cosa llamada sueldo, e incluso con unas cosas geniales llamadas “pagas”. Lo que merece la pena de todo esto, es que, cuando nos venga en gana, podremos comprarnos todas esas cosas, que cuando éramos pequeños, no podíamos, porque teníamos a nuestros padres, siempre con el “no” en la boca. Era increíble, parecía que incluso antes, de que acabaras de decir que querías algo, ellos ya te habían plantado el “no” por delante.
¡Mira que si les dices que te quieres parecer a ellos!
Pues eso, que ahora vas por la calle y ves ese juego de coches que siempre quisiste tener cuando eras pequeño y entras a la tienda y te lo compras, además, tienes la excusa de que es para jugar con tu hijo.
El otro día empecé una colección de cromos de futbol y cuando ves que te quedan unos pocos para acabarla, ¿qué vas a hacer, comprar más sobres, para ver si la acabas y que se sigan repitiendo siempre los mismos cromos? Pues no, vas y le dices al niño de turno, que si te consigue los cromos que te hacen falta, le das un dinero para que se compre chuces y le salgan granos en la cara.
¡A que mola ser adulto!
Lucy y una tarde en la cocina
Hace 13 años
3 comentarios:
Sí es genial ser adulto... cuando lo seas tú, me cuentas... je je je... Ágatha.
Es genial ser un niño encerrado en el cuerpo de un adulto, pero con el poder que da tener dinero en el bolsillo para gastar.
Mi Padre nunca pudo regalarme un scalextric (y me costa que lo intento), todas las navidades la misma canción y nada.
Pero amigo, unos años más tarde, cuando tenía 27, mi mujer mi novia entonces, decidió regalarme uno, en ese momento tenía pantalones cortos, nervios para romper el papel y deseoso de probarlo.
Aunque seamos adultos por unos minutos no es malo ser un niño y desde aquel día creo en los reyes magos.
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