Es curioso, cómo cuando uno cree, que ha terminado con todo eso de los trabajos manuales, que nos mandaban en el colegio, pues resulta, que volvemos a empezar, porque nuestros hijos, vienen a casa con un montón de tareas, que sus profesores, se empeñan en que hagamos nosotros y no ellos.
Y aquí, es donde descubrimos, que nos sale la vena competitiva y nos esforzamos, por qué los trabajos que les han mandado, sean poco menos que obras de arte.
Al principio nos quejamos, de que siempre están mandando demasiados trabajos, pero cómo al final, no nos queda otra que hacerlos, pues nos esmeramos, para que el de nuestro hijo, sea el mejor.
Y uno podría pensar, pues que lo hagan los niños, que para eso se lo han mandado a ellos, pero si nos fijamos bien, descubriremos, que no puede ser, porque les dicen, que utilicen una serie de técnicas, como por ejemplo, el de la costura, que ya me dirán a mí. Cómo no sea que el chaval, nos haya salido un superdotado y haya nacido con la predisposición para hacer el punto de cruz, pues no veo yo, cómo va a poder hacer el dichoso trabajo.
Y llega el día de llevar los trabajos al colegio, pero cómo uno sea un poco torpe, se puede morir de la vergüenza, ya que hay trabajos, que parece que los ha hecho un profesional del marketing.
Recuerdo una vez, que mi hijo tenía que hacer al gallo Kiriko, comiendo semillas, de entre la caca y cuando lo llevamos al colegio, yo no hacía mucho por mostrarlo, porque, cuando empecé a ver los gallos de los demás, comprendí, que habían ganado la primera competición, pero no me preocupé mucho, porque quedaban muchas más, como por ejemplo, la de hacer pasteles, bizcochos y llevar el mejor aperitivo para los niños, cuando es el cumpleaños de uno de ellos.
También están las celebraciones de las fiestas de cumpleaños, que cada uno, intenta que sean mejor, que la de los niños que han celebrado antes las suyas.
Esperemos, que impere la cordura y dejemos que las cosas, se sucedan de una manera normal y que los niños tengan cosas a sus alrededor que les hagan disfrutar de la infancia. Y esperemos que los trabajos que se les manden, aunque sean para compartir un tiempo con los padres, que puedan hacerlos ellos, por sus propios medios, aunque necesiten la ayuda puntual de los padres.
Lucy y una tarde en la cocina
Hace 13 años
2 comentarios:
Ese tipo de competencia la viví con mi hijo el mayor, mi nota final sobresaliente, fue la mía no la de mi hijo, trabajos difíciles para un chaval.
Pero esa competencia existe como práctica social, parece que siempre tenemos que mirar lo que tienen los demás, trasladar nuestras frustraciones a nuestros hijos no es bueno.
Por otro lado el sistema educativo tiene que cambiar, mejorar los métodos de aprendizaje y los trabajos manuales en el colegio no en casa.
Al hilo de tu artículo, y por la parte que también me toca incluso del comentario de JCR, he de decir que aunque con cierta queja también he tenido que ayudar en las tareas de manualidades del colegio de mi hijo, de forma habitual me ha gustado hacerlo porque de simpre me gustaron los trabajos manuales, dibujar, etc. Por lo general tenía siempre buena nota en mis años escolares. Aunque estoy totalmente de acuerdo que debían de darse cuenta en los colegios que las cosas que mandan lo suyo es que lo que manden lo hagan sólo los niños y no los padres. Competir, lo que se dice competir no he competido, es verdad que he intentado poner imaginación y hacerlo lo mejor que he sabido o podido, pero al final ¿quién ha terminado haciendo el trabajo? Ya sabes la respuesta.
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